En Panamá se habla mucho de digitalización. Sin embargo, en la práctica, muchas empresas aún ven lo digital como un apéndice de sus operaciones, no como un motor central de crecimiento. Y esta visión es peligrosa: mientras seguimos hablando de “transformación”, los jugadores internacionales 100% digitales ya están entrando con propuestas agresivas, integradas y altamente competitivas.
Plataformas como Amazon, Shein o Temu no solo ofrecen precios bajos: entregan experiencias que el cliente panameño ya espera por default. Fluidez en los pagos, logística integrada, personalización y omnicanalidad real. Y cuando un consumidor se acostumbra a ese nivel de servicio, deja de perdonar la fricción, la demora o la desconexión que muchas veces caracteriza a la oferta local.
“Lo alarmante es que la amenaza ya no es abstracta: la vemos en las puertas de nuestras casas con cada caja que llega de Amazon.”
Las importaciones directas de consumidores desde Amazon y otras plataformas crecen año tras año. Es el síntoma más claro de que la demanda está migrando hacia quienes sí ofrecen experiencias digitales completas y de que el capital de Panamá comienza a abandonar el país.
El contraste local es evidente. La última milla en Panamá sigue siendo una pesadilla: no existen direcciones estandarizadas, los costos de entrega son altos y fuera de la capital la cobertura es limitada. En paralelo, los ecommerce locales todavía operan como catálogos en línea: pagos engorrosos, catálogos e inventarios desactualizados y experiencias poco fluidas.
A esto se suma que la mayoría de los retailers aún no ha logrado integrar de verdad lo físico y lo digital. Inventarios, precios y programas de fidelización funcionan como mundos separados. El cliente siente que compra en dos empresas distintas, no en una sola marca.
Esto representa una amenaza directa para las compañías panameñas, pero también una oportunidad. Si no nos tomamos en serio el desarrollo de capacidades digitales a nivel país, corremos el riesgo de perder relevancia en nuestro propio mercado. Pero si asumimos esta responsabilidad en conjunto —empresas, gremios y Estado—, podemos construir un ecosistema digital competitivo que retenga valor en Panamá y lo proyecte hacia la región.
“Si Panamá no desarrolla capacidades digitales propias, corre el riesgo de perder relevancia en su propio mercado.”
Lo que se necesita es una mirada común:
- Una visión compartida de hacia dónde debe avanzar la madurez digital del país.
- Un compromiso de las empresas para invertir no solo en “estar presentes” online, sino en ofrecer experiencias de clase mundial.
- Y una convicción clara de que lo digital no es un gasto ni un accesorio, sino una inversión estratégica para la sostenibilidad y el crecimiento del negocio.
“Lo digital no es un gasto ni un accesorio, es una inversión estratégica para la sostenibilidad y el crecimiento del negocio.”
Las compañías panameñas tienen que moverse rápido. El reloj ya corre, y los clientes no van a esperar. La transformación digital no puede ser un proyecto aislado dentro de cada empresa; debe ser un movimiento colectivo que garantice la competitividad del país frente a una competencia global cada vez más sofisticada.
“La decisión de liderar o quedar rezagados está en nuestras manos.”
El futuro digital de Panamá no está escrito.
Alejandro Levy
Managing director
HEVY Digital Growth Accelerator